Diós creó la perfección para sí mismo
pero todavía no se la ha prestado a nadie.
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También creó la humildad
y esa sí está disponible para todos.
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Esta vida es una herida
que nos trae sin contento.
Creeme, yo te lo cuento:
Que no importa ni un pimiento
lo que ahora se decida.
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No creas que estoy tan loco
si no digo lo que siento
pues antes de contar qué pienso
yo sé que debo callar
ya que antes que molestar
prefiero parecer loco.
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Soñé que soñaba
que te encontraba,
y en mi sueño
te encontré.
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Necesito una paloma
que te lleve mi mensaje,
sin que durante el viaje
un gavilán se la coma.
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En casa del pobre
no hay nada que sobre,
cualquier cosa vana
servirá mañana.
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Tal vez hoy haya pecado,
lo confieso y no me oculto;
me comí como una mula
ese guiso de verduras...
Ni una pizca me he dejado
que fuera cosa de bulto.
Ya sé que es cosa de gula,
más si me compro una bula
ya conseguiré el indulto.
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No vales más por lo que sabes,
sino por lo que sabes hacer.
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Cada vez que tomo nota
de algún tema importante
luego está mi pluma rota.
Pués resulta que el asunto
no era tan interesante
y se ha quedado en presunto
por dolerle a un comandante.
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¡Toma castaña!
¡Cómo está España!
Que esto no lo arregla hoy
ni Montoro ni Rajoy.
Y si viene Rubalcaba
esto se acaba,
Porque vendrá a darnos Más
y Más es menos.
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¡Anda que no!
Te lo digo yo.
Y no me equivoco,
no es que esté loco
¡Es que ya pasó!
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Ser o no ser
esta es la cuestión.
La verdad es que en mi opinión
ni somos lo que creemos,
ni creemos lo que somos.
Pués a nuestro parecer
siempre engaña el corazón.
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Toda la vida creyendo,
toda la vida pensando
si es verdad que estoy viviendo
lo que a mí me va pasando.
Y no viene a la razón
lo que tienes en tu mente
y se pasa alegremente
cuando manda el corazón.
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Tú dices que no soy tuyo,
yo no digo que seas mía.
Pero ya legará el día
en que diga con orgullo,
yo soy tuyo
y tú eres mía.
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Hoy escribo algo más,
no me alegra ni entristece,
lo hago por evitar
que esto se me quede en trece.
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Este era un tipo muy fino,
sereno y parsimonioso;
y era todo un señor.
No se trataba de un oso
pués era un caracol,
y se llamaba Rufino.
Vivía en la guardería
de La Pequeña Lucía.
Y un día dijo la seño:
-¿Dónde estás que no te veo?
-Mira, yo no tengo dueño
y me he ido de paseo.
Pero ya llegará el día,
y lo digo con empeño,
en que este caracol
después de la lluvia fría
saque sus cuernos al sol
y tenga más alegría.
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Te regalaría...
un verso cada día;
esto es verdad y no es cuento,
si te sirve de alegría,
seguro que estoy contento.
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FLORES
Sin duda son muy bonitas,
y eso es una gran verdad.
Pero a mí nadie me quita
que es mucho más bonita,
mi querida Trinidad.
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Quisiera regalar algo...
muy de cerca pasó la lotería,
pero pasó de largo.
Todavía me queda en esta espera
regalar cariño, amor y comprensión
y más cuando hay una ilusión:
Todos seremos una piña
cuando al mundo llegue,
...esta niña.
Un día estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas. En ese momento llegó Aristipo, otro filósofo que vivía con lujo adulando al rey Alejandro Magno y le dijo:
Mira, si fueras sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas.
Diógenes le contestó:
Si tú aprendieras a comer lentejas, no tendrías que que degradarte adulando al rey.
SOL Y NADA MÁS
Según la leyenda, Alejandro Magno había oído hablar de Diógenes y lo admiraba mucho. Un día se presentó ante él y le dijo:
-Yo soy Alejandro, el gran rey.
-Pues yo soy Diógenes, el gran can.
Como Alejandro le preguntara por qué lo apodaban así, Diógenes respondió:
-Porque halago a los que dan, ladro a los que no dan, y muerdo a los malos.
Parece ser que Alejandro quedó impresionado por Diógenes y le dijo que podía pedirle lo que quisiera, que se lo concedería. Y Diógenes le pidió:
-Lo que quiero es que te apartes porque me estás tapando el sol.
LA MEJOR HORA PARA COMER
Le preguntaron un día a Diógenes cuál era la mejor hora para comer, y respondió:
-Si eres rico, cuando quieras; si eres pobre cuando puedas.
TARDE DE PIEDRAS, DÍA DEL PADRE
Viendo que el hijo de una meretriz andaba entretenido en tirarle piedras a la gente, Diógenes le gritó:
-Muchacho, no tires piedras a los desconocidos, no le vayas a dar a tu padre.
CAMILO JOSE CELA. (En paz descanse, coño)
Quiero el día que yo muera
poder donar mis riñones,
mis ojos y mis pulmones.
Que se los den a cualquiera.
Si hay un paciente que espera
por lo que yo ofrezco aquí
espero que se haga así
para salvar una vida.
Si ya no puedo respirar,
que otro respire por mí.
Donaré mí corazón
para algún pecho cansado
que quiera ser restaurado
y entrar de nuevo en acción.
Hago firme donación
y que se cumpla confío
antes de sentirlo frío,
roto, podrido y maltrecho
que lata desde otro pecho
si ya no late en el mío.
La pinga la donaré
y que se la den a un caído
y levante poseído
el vigor que disfruté.
Pero pido que después
se la pongan a un jinete,
de esos que les gusta el brete.
Eso sería una gran cosa
yo descansando en la fosa
y mi pinga dando fuerte.
Entre otras donaciones
me niego a donar la boca.
Pues hay algo que me choca
por poderosas razones.
Sé de quien en ocasiones
habla mucha bobería;
mama lo que no debía
y prefiero que se pierda
antes que algún comemierda
mame con la boca mía.
El culo no lo donaré
pues siempre existe un confuso
que pueda darle mal uso
al culo que yo doné.
Muchos años lo cuidé
lavándomelo a menudo.
Para que un cirujano chulo
en dicha trasplantación
se lo ponga a un maricón
y muerto me den por culo.
Estimado Sr. Juez:
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